Someterse a una cirugía del pie es una decisión siempre delicada que persigue corregir deformidades o eliminar lesiones, con el fin de restaurar la anatomía y
funcionalidad del pie. Es así como se logra mejorar la deambulación, y, por tanto, la calidad de vida del paciente, pero no siempre es una opción sencilla y fácil de tomar. Juanetes, uñas
encarnadas, fascitis plantar, dedos del pie en martillo, tendinitis del talón de Aquiles... son solo algunos ejemplos de dolencias que pueden requerir una cirugía, reservada siempre para los
casos en los que el tratamiento médico previo no ha dado resultados positivos.
Los procedimientos quirúrgicos exigen valorar los riesgos y los beneficios de la intervención, y no siempre se pueden llevar a cabo. Por este motivo se ha revelado tan importante la cirugía
ecoguiada, una cirugía mínimamente invasiva que ha sido premiada por la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos en su edición 2014. Se basa en la utilización del ecógrafo, con una técnica sin
contraindicaciones que permite al especialista tener una visión en tiempo real rápida y sin dolor para el paciente. En otras palabras, ver sin utilizar el bisturí.
En los casos en que resulta aplicable, todo parecen ventajas. No requiere ingreso hospitalario, las incisiones son mínimas y sin necesidad de puntos de sutura, y se utiliza anestesia local también ecoguiada. El sangrado y el dolor se reducen y la recuperación del paciente se acelera. Tiene muchas aplicaciones en medicina deportiva, traumatología, cirugía ortopédica y podología. De momento, la técnica presenta 20 indicaciones y una línea abierta de investigación. Además, su uso cada vez está más generalizado para aplicar terapias biológicas y técnicas especializadas en medicina deportiva, por la ventaja de tratar el sitio exacto de la lesión.
Se trata, sin duda, de una técnica revolucionaria, pero toda cirugía en los pies, con o sin bisturí, debe ser siempre aconsejada por un podólogo. Un especialista sanitario de confianza al que hay que acudir en cuanto sintamos una mínima molestia en los pies, sin esperar a que la molestia se pase por sí sola.
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